Sonia HerreraPor aquello de  mantener “a mano los clásicos para prevenir la caída” que decía Virginia Woolf, quiero empezar este artículo recordando las palabras que escribió Clara Campoamor en su obra Mi pecado mortal. El voto femenino y yo: “¡Pobres hombres políticos, aferrados a la esperanza de que nada se transformara en el país, a que nada evolucionara, a que nada ni nadie se despertara espiritualmente y caminara hacia el porvenir!”. Poco imaginaba la señora Campoamor que 80 años después la clase política española seguiría sin tener en cuenta los problemas que afectan de forma específica a más de la mitad de la población. Ciertamente, como ella misma escribió en mayo de 1936, “el campo en que fructificó aquel ideal” -el del sufragio femenino- se llenó de “nuevas semillas” y nuevas luchas en cuanto a los derechos de las mujeres. Por desgracia, en pleno siglo XXI los partidos políticos nos siguen considerando ciudadanas de segunda… Para muestra, varios botones.

El pasado 7 de diciembre tuvo lugar en las cadenas de Atresmedia lo que se denominó “El debate decisivo” entre tres de los candidatos a la presidencia del gobierno –Pablo Iglesias, Pedro Sánchez y Albert Rivera- y la vicepresidenta actual, Soraya Sáez de Santamaría. Justo un mes antes, el 7 de noviembre, la Marcha Estatal contra las Violencias Machistas, aglutinaba en Madrid a más de 100.000 personas en una marcha histórica contra las violencias machistas en la que participaron unas 450 organizaciones feministas. Sin embargo poco parece importar esta cuestión a los futuros y presentes gobernantes que al ser interrogados sobre las medidas que prevén sus partidos para erradicar la violencia contra las mujeres, despacharon el tema en menos de 4 minutos entre vaguedades, incorrecciones y salidas de tono como la de la propia Sáez de Santamaría que zanjó el tema aconsejando a las jóvenes que no permitieran que sus parejas mirasen sus móviles como si la responsabilidad ante el control y el acoso en el ámbito de la pareja fuera de las propias víctimas.

Mientras escribo estas líneas el portal especializado Feminicidio.net tiene registrados 99 feminicidios y otros asesinatos de mujeres cometidos por hombres en España en lo que va de 2015. Por ello, resulta cuanto menos bochornosa la indiferencia generalizada que se transmitió en el mencionado debate, más aún cuando desde el 2010 el presupuesto para la prevención de la violencia machista se ha recortado un 26%. El programa específico para igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres ha perdido también un 61% de sus fondos en tan solo una década. Dichos recortes, además de contravenir las recomendaciones del Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW en inglés), se han traducido en un nefasto impacto sobre la vida de las mujeres.

La falta de recursos en materia de igualdad en los Presupuestos Generales del Estado supone entre otras consecuencias que se hayan reducido notablemente los puntos de atención a mujeres víctimas de violencia machista, así como los puntos de encuentro familiares, imprescindibles, tal como recogen Marta Borraz y Raúl Sánchez en eldiario.es,“para que la vida de los hijos e hijas no se ponga en riesgo en caso de que un juez dicte que un padre maltratador tiene derecho a seguir viéndoles”.

Dejando a un lado el debate en Atresmedia, peor fue incluso la intervención de Marta Rivera de la Cruz en el debate a 9 que tuvo lugar en TVE el pasado miércoles 9 de diciembre y en el cual la candidata de Ciudadanos negó la importancia del género en la violencia contra las mujeres demostrando una profunda ignorancia y un absoluto desprecio por las expertas y expertos que llevan años estudiando y visibilizando las causas específicas de la violencia machista que se asientan en un sistema cultural y socioeconómico patriarcal que se reinventa constantemente y que promueve relaciones de género de dominancia,una visión objetualizada de la mujer y una situación de desigualdad estructural entre mujeres y hombres.

Al hilo de esta puesta en escena de los argumentos neomachistas plasmados en el programa de Ciudadanos, resulta imprescindible reivindicar una vez más el uso político del lenguaje y dar un paso adelante al nombrar los asesinatos machistas como feminicidios, especificando así que estos son crímenes de odio contra las mujeres por razón de género y que el Estado es responsable de los mismos en tanto en cuanto no ofrece garantías ni pone todos los medios a su disposición (personales, materiales y políticos) para que las mujeres podamos disfrutar de una vida libre de violencias machistas.

Para erradicar la violencia contra las mujeres es imprescindible que la sociedad en su conjunto tome conciencia y manifieste colectivamente su rechazo haciendo suyas las exigencias que desde el movimiento feminista, constituido en la Plataforma 7N, hemos venido haciendo de cara a las próximas elecciones generales y entre las cuales cabe destacar algunas que resultan vitales en lo que concierne a la lucha contra la violencia machista:

  • La prevención de la violencia machista debe ser un punto prioritario de las políticas públicas.
  • Las mujeres en situación de violencia tienen derecho a una “atención estable y de calidad, en condiciones de amplia accesibilidad, confidencialidad, protección y anonimato, que incluya la rehabilitación, evaluación y seguimiento”, así como a obtener justicia, reparación y garantías de no repetición.
  • Es importante “ofrecer una atención especial a las mujeres con discriminación múltiple (…): mujeres con diversidad sexual, migrantes, con diversidad funcional o sensorial dependientes, en situación de desempleo o en riesgo de exclusión social”.
  • Debe establecerse un verdadero modelo coeducativo que garantice la diversidadafectivosexualy la educación en igualdad en todos los niveles de enseñanza, así como en la educación no formal.
  • La Ley Integral contra la violencia de género 1/2004, la Ley de igualdad efectiva entre mujeres y hombres 3/2007 y la ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia (39/2006) deben estar dotadas de presupuesto y de medidas sancionadoras que garanticen su cumplimiento.
  • Sensibilizar contra el machismo y los estereotipos sexuales en todos los canales de socialización (medios de comunicación, escuelas, productos culturales, empresas…) y actividades de competencia pública y aplicar la legislación vigente en aquellos de competencia privada.
  • Es elemental introducir en la legislación penal el delito de apología de la violencia machista que tanto ha proliferado en los últimos años, especialmente a través de las redes sociales.

Otros temas esenciales que algunos partidos llevan en sus programas con mayor o menor énfasis tienen que ver con la igualdad laboral, especialmente en lo que concierne a la brecha salarial y a la conciliación. Medidas como la educación gratuita de 0 a 3 años, la equiparación y ampliación de los permisos de maternidad y paternidad o la reducción de la jornada laboral a 35 horas, son esenciales para poner la vida de las personas en el centro por encima del sistema productivo y para abogar por un acceso igualitario al mercado laboral y por una corresponsabilidad real de las tareas de cuidados y el trabajo reproductivo entre hombres y mujeres.

Sobre otras cuestiones como el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos, la incorporación de la perspectiva feminista de forma transversal en todas las políticas públicas, la participación ciudadana de las mujeres, la erradicación de las transfobia y la homofobia, la construcción de un espacio público más inclusivo o la visibilidad de las mujeres en todos los ámbitos de la cultura, son pocos los partidos -Podemos, Unidad Popular, Iniciativa Feminista, PSOE sí lo hacen aunque de forma desigual- que incluyen propuestas concretas.

Por último me gustaría sumarme a la reflexión que Emilia Arias hacía en su artículo “Elecciones Generales 2015: ¿Dónde están las mujeres?” sobre la infrarrepresentación de las mujeres en la política en general y en esta campaña electoral en particular, porque las mujeres no somos comparsa, ni un colectivo anecdótico, ni la nota de color, ni la baza electoral de ningún partido. Tal y como afirmaba Arias, “todos los candidatos de las grandes formaciones políticas a la Presidencia son hombres y en las listas al Congreso la cosa no invita al optimismo. (…) Hay mujeres preparadas y válidas en este país pero los partidos no deben haber reparado en ello”[1].

Pero para una representación igualitaria en los lugares de toma de decisiones frente a la masculinización dominante de las instituciones no nos basta si quiera –aunque ayudaría bastante- con una representación paritaria de mujeres y hombres en los puestos de poder. Necesitamos un cambio de paradigma y para ello precisamos que haya representantes políticas feministas que incorporen a su quehacer diario las reivindicaciones por los derechos humanos de las mujeres y de las personas LGTBI.

Como electoras (y también como electores) tenemos un gran reto por delante: seguir votando machismo y convertirnos en colaboradoras necesarias de nuestra propia discriminación o hacer un uso responsable de nuestro voto como ciudadanas de pleno derecho, por nosotras, sí, pero también por las que vendrán…

[Para leer todas las reflexiones de la sección #2015electoral de este blog sobre fiscalidad justa, migraciones, repolitización, gobernanza local, sanidad, educación y otros temas esenciales para afrontar las elecciones del próximo domingo 20 de diciembre os remitimos al cuaderno de la Colección Virtual de CJ donde las hemos recopilado: «¿Qué nos jugamos? Reflexiones para un año electoral»]

***

[1] “Solo el 34% de las candidaturas presentadas en las 52 circunscripciones electorales por las grandes formaciones está encabezado por mujeres. Esto limita mucho las posibilidades de las mujeres para ocupar escaños en el Congreso. Solo el PSOE lleva el 50%, 26 candidatas, como cabezas de lista” (eldiario.es, 10 de diciembre de 2015).

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Imagen extraída de: Pinterest

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Investigadora, docente y crítica audiovisual. Doctora en Comunicación Audiovisual y Publicidad. Responsable del Área Social y editora del blog de Cristianisme i Justícia. Está especializada en educomunicación, periodismo de paz y estudios feministas y es miembro de varias organizaciones y asociaciones defensoras de Derechos Humanos vinculadas al feminismo, los medios de comunicación y la cultura de paz. En (de)construcción permanente. Madre.
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