Nubar HamparzoumianHace unos meses escribía sobre por qué soy jesuita, qué me movió a serlo y cómo se fue concretando en mi vida diaria una vocación tan fuera de lo normal en la sociedad en la que afortunadamente vivimos. Hoy escribo para compartir una experiencia que durante años tendré que digerir, rumiar y discernir: los tres meses que pasé en Perú este verano del 2014.

Como viene siendo costumbre, a dos escolares (jesuitas que sin ser todavía sacerdotes estamos estudiando) de la Provincia de España nos envían a Perú para colaborar con Fe y Alegría en la Campaña de la Rifa. Nuestra colaboración se concreta en -hablando mal y pronto- ser “comerciales” de Fe y Alegría. Subirnos a un coche y recorrernos multitud de colegios sobre todo en Lima (pero también en Arequipa, Trujillo, Piura, Chimbote, Chiclayo, Tacna) para en una primera ronda colocar los talonarios y que sean vendidos en los colegios; en una segunda ronda, recoger el dinero y los talonarios vendidos y/o devueltos.

No quiero mentir (mi religión me lo prohíbe) y el trabajo visto así es de lo menos estimulante que hay, porque yo al menos no entré en la Compañía de Jesús para ser comercial. Pero fueron tres meses apasionantes. Con la “excusa” de los colegios pudimos tocar realidades excesivamente extremas: desde colegios con seguridad casi militar a colegios donde casi había más perros en clase que alumnos.

Fue un acercarnos a la labor que Fe y Alegría hace en países latinoamericanos que remueve por dentro y hace que te sientas orgulloso al pensar: “gracias a Dios la Iglesia también está en estos lugares aunque no salga en los periódicos”. Fue un tiempo para vivir la Compañía de Jesús universal, cosa que siempre es una suerte. Un tiempo para disfrutar con un compañero jesuita, Jaime Espiniella (que ahora está en Salamanca), trabajando en equipo y soñando juntos 24 horas al día.

Durante tres meses pude vivir sin las seguridades que me da el saber qué tengo que hacer en cada momento, sino el vivir a la “intemperie” del intentar transmitir a diferentes personas de muy diferentes clases sociales, religión e incluso de culturas distintas, la importancia de ayudar a los que más lo necesitan. Echar una mano en esto que Jesús llamó el Reino. Sumar fuerzas por aquellos que necesitan de nuestro apoyo económico, en este caso, para sostener las escuelas y que puedan tener una educación digna.

Fe y Alegría Perú nos regaló, a mitad de la experiencia, dos semanas de vacaciones que Jaime y yo aprovechamos para ir a Santa María de Nieva (selva amazónica donde la Compañía tiene una comunidad), pasando por Trujillo. Fueron dos semanas que marcaron un punto de inflexión. Allí, gracias al hermano César Patiño sj, pudimos experimentar no tanto el hacer proactivo que tenemos en occidente, sino desde la humildad “simplemente” estar con la gente, gastar el tiempo sentados hablando y mirando el río Marañón fluir.

¿Qué aprendí en estos tres meses? Si puedo decir algo, porque como digo toca seguir rumiando la experiencia para leer qué quiso Dios decirme en ella, fueron pequeñas cosas. El valor importantísimo de ESTAR con las personas, y no solo el hacer cosas. La HOSPITALIDAD de todos: tanto de la comunidad de jesuitas en la que vivimos (que no diré nombres porque fueron todos, desde el superior, hermanos, cocineros, hasta los padres que están en la enfermería), la oficina de Fe y Alegría con Antonio Bach sj y José Carlos Garaycoechea sj, la Compañía de Jesús de Perú, las comunidades de religiosas que lideran cada colegio de Fe y Alegría, las comunidades del río Marañón de nativos awuajún… Y el mejor y más estimulante aprendizaje, o mejor dicho, toque de atención, fue el que nos mostró que también hoy se puede seguir a Jesús desde el amor a los pequeños del Reino, desde el texto de Mateo 25 y las Bienaventuranzas, sabiendo que la promesa la tenemos a la mesa del banquete, pero que está en nuestra mano el abrir la puerta para dejar que Jesús entre en nuestras vidas. Pero bueno, en esas estamos… En resumidas cuentas fue un tiempo de Dios.

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Estudiante jesuita. Colabora en la Pastoral Vocacional de la Provincia de España de la Compañía de Jesús, así como en su página web y redes sociales; también en el Casal Loiola en los grupos de Jóvenes Loiola y Universitarios. Graduado en Comunicación Audiovisual.
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