Xavier Casanovas / Cristianisme i JustíciaDespués de un año de idas y venidas, ya conocemos cuál es la propuesta del ministro Montoro para una reforma fiscal en el Estado español. Nadie negaba que nos hacía falta una reforma, pues España tiene una presión fiscal tan sólo del 37%, nueve puntos por debajo de la media europea que se encuentra en el 46%. ¿Qué significa esto? Que el margen de recaudación que tiene el Estado es muy grande y, por lo tanto, la lucha contra el déficit y los recortes se puede resolver vía ingresos.

Pero después de ver la propuesta podemos afirmar que ni lo que se propone es realmente una reforma, ni garantiza los principios de justicia y progresividad del sistema fiscal. Echando un vistazo a los grandes impuestos, y sin entrar en el detalle, lo cual requeriría una reflexión de más profundidad, podemos ver que:

1.- Se propone una rebaja de los siete tramos del IRPF a sólo cinco, eliminando pues parte de su progresividad (pagará igual quien cobre € 60.001 que quien cobre € 300.000 al año) y que el tipo máximo irá del 52% actual al 45% en 2016, es decir, siete puntos menos, mientras que los tipos mínimos sólo caen del 24,5% al 19%, cinco puntos y medio. Una rebaja fiscal que beneficia una vez más las rentas más altas.

2.- Se propone un tipo único para sociedades del 25%, independientemente del tamaño y de los beneficios de la empresa. Se cargan la progresividad también en este impuesto, favoreciendo las grandes empresas y multinacionales, cuando sabemos que en 2011 los grupos consolidados de las grandes empresas pagaron de media el 3,5% de sus beneficios.

Ambas medidas dicen que pretenden igualar los tipos nominales (lo que tendría que pagar) con los tipos efectivos (lo que realmente se paga). Pero no persiguiendo y buscando a quien no paga para que lo haga, sino haciendo bajar los tipos nominales para que la distancia no sea tan grande. Esto no tiene ningún sentido en un país donde sabemos que el gran problema se encuentra en la economía sumergida que se estima en el 24,6% del PIB y en el fraude fiscal, que se cifra en torno a los 60.000 millones de euros.

3.- El propio Gobierno ha anunciado que esta reforma implicará 8.000 millones de euros menos en ingresos para las arcas del Estado. ¿De verdad estamos tan bien como para prescindir de ese dinero? ¿Es que hemos logrado garantizar unos mínimos como para permitirnos el lujo de disminuir y rebajar más aún nuestro Estado del Bienestar? ¿No hemos tenido que dejar dinero a los bancos? ¿Ya nos los han devuelto?

Parece que habrá que seguir luchando para hacer efectivo un sistema fiscal más justo y solidario si queremos realmente que las desigualdades sociales desaparezcan. Pero no será con una reforma fiscal como la que ahora tenemos entre manos.

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El tema de la fiscalidad ha sido una cuestión recurrente durante el curso que dejamos atrás. A continuación os dejamos todos los artículos que hablaron de ello y os invitamos a hacer una buena relectura:

«Esto lo hemos visto antes… ¡y sabemos como lo han solucionado!», de Francesc Mateu

«Qué es y por qué necesitamos una fiscalidad ecológica», de Miguel Ángel Mayo

«Fútbol, desigualdad e impuestos», de Xavier Casanovas y Francesc Mateu

«Juegos de fulleros: de reformas fiscales y concertación social», de Albert Recio

«La reforma fiscal que necesitamos. Cinco puntos para el debate», de Xavier Casanovas

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Imagen extraída de: The family watch

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Licenciado en matemáticas y master en filosofía. Profesor adjunto en la Cátedra de Ética y Pensamiento Cristiano del IQS-Universitat Ramon Llull. Ha sido director del centro de estudios Cristianisme i Justícia y es autor del cuaderno CJ Fiscalidad justa, una lucha global.
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