Jesús Renau1.- Los hechos

Un importante grupo de profesionales que trabajan en la Hacienda pública española han reclamado repetidamente poder examinar las finanzas de las grandes fortunas y de las grandes empresas. No hay autorización para hacerlo. Según diversas informaciones aparecidas en informativos digitales y en algún diario, la respuesta del Gobierno ha sido clara: hay que centrarse en los posibles fraudes de las pymes, los autónomos y los parados.

Está muy claro: se aplica una doble vara de medir: lupa para el pueblo trabajador, las pequeñas empresas, los profesionales, las clases medias, los jubilados, las personas desempleadas…, y vista gorda para los grandes patrimonios, las grandes fortunas, las empresas más poderosas…

Por otro lado, con mucha frecuencia se publican informaciones, no exactas, sobre los millones de euros que están colocados en paraísos fiscales y otros ámbitos similares. La inexactitud de las cifras, a pesar de todo, muestra claramente que son cantidades importantísimas.

2.- Las preguntas

¿Acaso evaden dinero los parados, los jubilados, la clase media, los trabajadores, los profesionales liberales, médicos, abogados, pequeños negocios, comerciantes, estudiantes…?

¿Acaso no falta dinero en las escuelas, los hospitales, los centros de la tercera edad, a tantas personas que viven solas, y no hablemos de los parados de larga duración, los niños que pasan hambre…?

¿Dónde está el dinero que hace falta para afrontar situaciones tan básicas y absolutamente garantizadas por nuestra Constitución española?

3.- Las reflexiones

La primera reflexión es sobre el uso y abuso de la Constitución. Hay doble rasero: interpretación amplia para los intereses de los ricos y estricta para el pueblo trabajador o parado, sacralización del pago de la deuda y relativismo con el hambre de los niños o la atención a los enfermos. Sencillamente, se hace de ella un uso al servicio de las políticas de la derecha liberal y, más concretamente, de los grandes capitales y las grandes fortunas. La Constitución está quedando como un traje apolillado, lleno de zurcidos y remiendos, inadaptada a los tiempos que estamos viviendo.

La segunda reflexión es que no hay voluntad política de luchar seriamente contra los paraísos fiscales y otras formas de evadir el dinero. Debería aplicarse la tolerancia cero para este tipo de abusos que conllevan desgracias de todo tipo. El dinero se emplea para hacer más dinero y no para humanizar la vida de grandes sectores de la humanidad.

No hay sólo soluciones económicas sino soluciones morales y éticas. La inmoralidad siempre encuentra recursos para limpiar su cara. Hay que volver a la libertad, la igualdad y la fraternidad, no sólo a nivel de principios y declaraciones sino desde los derechos humanos, desde la dignidad inviolable de toda persona humana, y desde las grandes fuentes éticas y religiosas de la transformación de las conciencias.

La tan nombrada crisis económica se va viendo que fundamentalmente es la imposición de un sistema estructural injusto que, como ha dicho el papa Francisco, mata.

Necesitamos ir descubriendo toda clase de síntomas y signos de contestación contra el sistema opresor, todo tipo de acciones liberadoras y alternativas, para ir sumando hacia un urgente cambio social.

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Imagen extraída de: Idealista

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Jesuita. Profesor de Teología Espiritual en el ISCREB. Director Espiritual del seminario interdiocesano. Miembro de Cristianisme i Justícia y del equipo de pastoral del Casal Loiola de Barcelona. Autor de artículos y publicaciones sobre la dimensión social de la espiritualidad y temas educativos.
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