Tere Iribarren. Un día no amanezco. La poca luz que entra en mi habitación no me da los buenos días. Estoy en un lugar gris. Los ruidos de mi casa, las voces quedas, se hacen silencio.
Me acurruco con mis compañeras de la escuela que están como yo, desorientadas, desatendidas, desconcertadas. No hay espera. El tiempo se ha cortado.
No hay escuela, ni dibujos, ni juegos, ni risas, ni compañía.
No sé quien soy. Me apartan de mi casa, de mi familia, de la aldea. Cambian mis vestidos, mis costumbres… Me siento amontonada como las reses.
Me hacen hablar por un micrófono diciendo que me he convertido, que me alimento de los libros sagrados, que todo esto me va a hacer feliz. Piden por mí un rescate, algo que no entiendo.
Un día ya no amanezco. Los que despertáis en vuestras casas, en vuestra primavera, hablad por mí, no calléis. En nombre de mis compañeras os doy las gracias.
Imagen extraída de: Eldiario.es