Xavier Casanovas. Estos días se está hablando mucho de impuestos. Y más que oiremos hablar. El Gobierno español quiere hacer una reforma en profundidad del sistema tributario. Y bienvenida sea en un país con algunos de los tipos nominales más altos de la Unión Europea, (21% de IVA, hasta el 54% de IRPF, 30% de sociedades) pero con una de las recaudaciones reales más bajas (sólo 37% frente al 46% de la media europea).
La mayoría de artículos y reflexiones que leemos al respecto tienen que ver con la viabilidad técnica de ciertas propuestas: quién tendrá las competencias, si se cumplirá o no con las indicaciones que llegan de Bruselas, si servirá para garantizar los objetivos del déficit, etc.
Pero muchos creemos que este no es el debate real que deberíamos estar teniendo. Si necesitamos abordar el debate de los impuestos es por una única y simple razón: España es el país donde más ha crecido la desigualdad desde el inicio de la crisis en Europa. El 10% de los hogares españoles más pobres perdió el 33% de sus ingresos entre 2007 y 2010, mientras que el 10% más rico sólo perdió un 1%, con unas diferencias de rentas de 1 a 13. Son datos del informe «Panorama del 2014», recién salido del horno de la OCDE.
Teniendo en cuenta esto, ¿cuáles son aquellos elementos que deberían aparecer en cualquier reflexión sobre la cuestión de los impuestos? Propongo cinco puntos para el debate:
1.- Primero de todo debemos decidir qué Estado del Bienestar queremos y una vez hecho esto, podremos crear un sistema tributario a medida que nos permita sostenerlo. Nunca al revés. Así pues, si queremos garantizar un Estado del Bienestar sólido, solvente y de acceso universal y hacer frente de manera valiente a la crisis y al paro, necesitamos un sistema fiscal justo, progresivo y que garantice que pague más quien más tiene. Hay que definir un sistema tributario proporcional y redistributivo que garantice tanto la justicia fiscal como la imposibilidad de escapar a la aplicación del sistema tributario mediante el fraude fiscal.
2.- Caemos en la falsa trampa de creer que la economía es una materia exacta que no parte de ningún presupuesto sino que su lenguaje técnico y sus principios son asépticos e inocuos, que no hay categoría moral en sus afirmaciones.
Los expertos consultados por el Gobierno afirman que se trata de una propuesta de «reforma neutra«, pero muchos creemos que la neutralidad en política fiscal no existe. Cualquier cambio impositivo tiene unos efectos y consecuencias clarísimas para las personas.
3.- No podemos dejar este debate sólo en manos de supuestos «expertos». La presencia de miembros destacados de nuestra sociedad civil, así como de voces que tengan una visión más crítica de los modelos económicos imperantes, ya no digamos de la presencia de más mujeres, permitiría tener una visión amplia de las posibles medidas en un contexto de crisis social extrema como el que estamos viviendo, con conocimiento real de las consecuencias sociales que tendría la aplicación de cualquier medida.
4.- Hay todavía mucho margen para la recaudación y, por tanto, ninguna rebaja impositiva está justificada. Se hace evidente que con tipos efectivos tan bajos como los que decíamos al inicio del artículo lo que nos hace falta, sencillamente, es más persecución del fraude fiscal.
En España contamos con un funcionario de Hacienda por cada 1.928 habitantes, cifra que no se puede ni comparar con la del Reino Unido (1 por cada 862 habitantes), Francia (860) o Alemania (729), países que tienen un fraude fiscal justamente a la mitad de lo que tenemos en España.
No esperamos tener contribuyentes ejemplares si no tenemos un sistema tributario ejemplar. Si queremos concienciación fiscal, se requiere una revisión del Código Civil y Penal para que los crímenes fiscales no queden impunes. La ciudadanía debe percibir que se actúa contra los defraudadores.
5.- En ningún caso podemos proponer medidas como el aumento de impuestos indirectos como el IVA, que afectan mucho más a las rentas bajas, a cambio de rebajas en los tramos inferiores del IRPF de un carácter marcadamente insustancial y electoralista. La solidaridad y la progresividad pasan por gravar más a quien más tiene. Como se propone en el informe presentado recientemente por la Plataforma per una Fiscalitat Justa, Ambiental i Solidària, hay medidas concretas para hacerlo como son la recuperación del impuesto del patrimonio, la aplicación de un IVA superior a los productos de lujo, la igualación de las rentas del capital con las del trabajo o del impuesto sobre las transacciones financieras internacionales.
Textos que creo que valen la pena para continuar el debate:
– La reforma fiscal que queremos. Plataforma per una Fiscalitat Justa ambiental i solidària. Març 2014.
– Una evaluación del sistema fiscal español y las reformas necesarias. Ignacio Zubiri. Razón y Fe. Febrero 2014
– Política fiscal y derechos humanos. Alboan. Octubre 2013
Imagen extraída de: Alerta digital