Jesús Renau. Sábado Santo es un día muy especial. Los discípulos escondidos y llenos de miedo. Jesús ausente. El pueblo celebra la fiesta de la Pascua en familia, todo preparado como si hubiesen de salir para un largo viaje. Domina en la comunidad cristiana una rara sensación de muerte, un día vaciado de toda esperanza.
En el camino del seguimiento de Jesús también hay sábados santos tanto a nivel personal como comunitario. Noches oscuras, silencios cargados de tristeza, incapacidad para orar y falta de esperanza.
La meditación que tendremos esta mañana en la iglesia del Sagrado Corazón de los jesuitas intentará conectar con el ambiente de aquel primer sábado santo y ver como de alguna manera se ha ido repitiendo en la vida de muchas personas. Escogeremos algunos testimonios, concretamente unos escritos de Simone Weil, de san Juan de la Cruz, de Etty Hilessum y de Santa Teresa del Niño Jesús; e intentaremos des de ellos comprender las posibles noches oscuras y como afrontarlas siguiendo alguna de las reglas de discernimiento de los ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola.
Toda noche espiritual, tanto personal, como comunitaria o de la misma iglesia, encuentra en la Madre de Dios aquella lámpara de la fe que apunta al misterio de la Pascua. En la madrugada del domingo unas mujeres valientes querían mover la gran piedra que cerraba el sepulcro para embalsamar el cuerpo del Señor. Su actitud y decisión pueden ser una pequeña luz sobre como vivir en la noche oscura.
La meditación del Sábado Santo constará de breves explicaciones, lectura de textos, ratos de oración y momentos musicales.