Agenda. La próxima sesión del ciclo “Els dilluns dels Drets Humans” que Justícia i Pau i Cristianisme i Justícia co-organizan desde hace más de 10 años, estará dedicada nuevamente al continente africano. En esta ocasión (lunes 16 de abril a las 19h en la sala de actos de Cristianisme i Justícia), analizaremos uno de los asuntos de mayor actualidad como es la celebración de elecciones en la mayoría de países del continente. Además de analizar el proceso de democratización experimentado por muchos contextos africanos, la mesa redonda también pretende analizar los episodios de tensión e incluso de violencia que en ocasiones van vinculadas a este tipo de procesos, como ahora en Costa de Marfil, Zimbabue o Kenia.

Para analizar este asunto contaremos con Xavier Aldekoa, corresponsal de La Vanguardia en Suráfrica, que sigue y analiza con detalle este tipo de procesos desde el continente. También intervendrá Oscar Mateos, profesor de la URL, investigador sobre construcción de paz en África y responsable del área social de CiJ.

Para aproximarnos al debate del próximo lunes 16, hemos hechos algunas preguntas a Xavier Aldekoa, reproducidas a continuación:

 

 ¿África se ha ‘democratizado’ en los últimos años? ¿Por qué?

R.- Gran parte de los países africanos lograron su independencia hace medio siglo. No han sido cincuenta años fáciles pero, poco a poco, la influencia directora de la ex metrópoli (a veces Francia, otras Reino Unido, menos Portugal) va disminuyendo y se asoma la libertad real. Sin caer en el error de hacer de democracia y libertad dos sinónimos sin fisuras -sigue habiendo auténticas aberraciones democráticas en nombre de la libertad-, sí que ha sido el sistema utilizado para dar voz al pueblo. La democracia acaba de darnos una demostración de que funciona en Senegal, donde ha evitado que una espiral de violencia acabara en desastre. Tras el torbellino de golpes de estado de las primeras décadas en algunos países, la democracia dio la estabilidad necesaria para empezar a caminar. En otros casos, simplemente no funcionó. Ni funciona.

 ¿Crees que las elecciones han contribuido a una mayor estabilidad política en el subcontinente o, por el contrario, están generando mayores tensiones sociopolíticas? ¿Qué casos destacarías?

R.- Las elecciones pocas veces son la causa. En muchas ocasiones sí son el síntoma. En Zimbabue, por ejemplo, la tensión entre el gobierno de coalición y el abuso de los derechos humanos del partido de Mugabe son una bomba de relojería. Ese conflicto no está solucionado y cuando las cosas están al rojo vivo, las urnas no suelen ser un buen apagafuegos. Al revés. En Costa de Marfil lo vimos recientemente. Pero es injusto subrayar sólo los fallos. Sudáfrica logró una transición pacífica made in Mandela y abrazó las elecciones con éxito. Botsuana, Mozambique e incluso Senegal, pese a las tensiones, son otros ejemplos de que la buena democracia es estabilidad. No es el único sistema posible, y en casos como RD Congo por poner un ejemplo de país enorme sin red de carreteras, apenas viable. En otras ocasiones, simplemente es una locura si no se ataca la raíz del problema. Colocar urnas en Somalia no va a silenciar los tiros de la noche a la mañana.

 ¿Crees que es relevante la cuestión identitaria (partidos políticos de una misma base social étnica) en la organización de  elecciones?

R.- Es relevante desde el momento en que se suele utilizar para tomar ventaja. El poder es apetitoso y el sentimiento de pertenencia étnica es muy fuerte en muchas zonas de África. En democracias con más músculo se intenta compensar, pero en dictaduras o democracias blandas, es una constante. Además, y en eso occidente no puede dar lecciones, el uso electoral del miedo, a la minoría étnica o al inmigrante, se ha utilizado de manera perversa. Pienso en la ivorité de Costa de Marfil, pero hay más casos. El recién nacido Sudan del Sur es un ejemplo tierno. Pese a la gran diversidad étnica del sur, para nada libre de tensiones, el poder lo han agarrado con las dos manos la etnia dinka, la mayoritaria. Y no lo van a soltar. En Guinea Ecuatorial o Gabón, son familias quienes se reparten el pastel, tampoco hay que señalar a la etnia necesariamente.

 ¿Qué aspectos crees que deberían tenerse en cuenta para entender las transformaciones sociopolíticas que están teniendo lugar en la actualidad en África Subsahariana?

R.- África es un continente enorme y diverso, cada país tiene sus particularidades en este sentido. Para ir al meollo del asunto, aunque disparando perdigonazos generales, la irrupción en escena de otros actores como China, Brasil o India afectan totalmente el futuro africano. No digo que ese tridente de países sean hermanitas de la caridad, pero sí que la disminución de dependencia económica, anteriormente hacia solo uno o dos socios, cambia las reglas del juego. El crecimiento demográfico (África apunta a doblar su población en treinta años), la aparición progresiva de una clase media, con sus inquietudes y reivindicaciones de derechos añadidas, y el contexto -léase revoluciones en el norte africano o países árabes- hacen de África un territorio fascinante. Se avecinan cambios y África parece preparada para ir a buscarlos.

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También puede interesante el artículo «¿Una nueva era para África?», publicado por Oscar Mateos en el Boletín ECOS.

http://www.xavieraldekoa.com/2010/07/05/entrevista-la-vanguardia-es/
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Oscar Mateos
Miembro del área social de CJ. Profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales Blanquerna (Universitat Ramon Llull) y delegado del rector para el impulso de la Agenda 2030. Es miembro de la Junta de Gobierno del Institut Català per la Pau (ICIP) e investigador asociado del CIDOB. Fue el responsable del área social de CJ entre 2010 y 2020.
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