Lucía Ramón. En una cultura que busca atajos ante cualquier dolor, que no nos enseña a respetar los tiempos de duelo, que nos acostumbra a vivir en la epidermis como consumidores de experiencias, los relatos pascuales son una interpelación para vivir y sentir la vida de otra manera. Afrontan la cuestión del sufrimiento como parte sustancial de la vida, también de la vida espiritual. Como ámbito de revelación en el que puede irrumpir la esperanza cuando el dolor inevitable no se elude, cuando se encara desde el amor y desde la búsqueda radical de sentido.

En ese horizonte hay que situar las lágrimas de María Magdalena. La discípula valiente que va a hacer duelo ante la tumba del Maestro -la expresión más terrible que pueda imaginarse de sus esperanzas sepultadas- y se encuentra con Jesús Resucitado. Dice la teóloga alemana Dorethee Söelle que quien tiene hambre y sed de justicia atraviesa necesariamente periodos en los que está completamente exhausta, llena de tristeza y de dolor.  A menudo el Espíritu nos conforta y nos lleva a la verdad por medio de las lágrimas. Hemos olvidado pedir al Espíritu por el don de las lágrimas, que es esencial para sacar fuera lo que está dentro y hacerlo visible y audible. Vivir sin lágrimas es la expresión de una cultura que es incapaz de experimentar y expresar sentimientos profundos. En cambio, con-sentir –admitir y compartir con otros- nuestra tristeza y nuestros sufrimientos en Dios y abrirnos al dolor de Dios por los que más sufren, es el camino que Jesús, la divina Sofía, nos ha enseñado para resucitar, para hacernos más divinos, más humanos.

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Filósofa y teóloga laica. Profesora en la Facultad de Teología de Valencia, en la Cátedra de las Tres Religiones de la Universidad pública de esta ciudad y en EFETA (Escuela Feminista de Teología de Andalucía) vinculada a la Universidad de Sevilla. En estos centros imparte la docencia de Ecumenismo, Diálogo Interreligioso e Historia y Práctica de la Teología Feminista. Columnista habitual de la revista Vida Nueva. Ha sido secretaria de la European Society of Women in Theological Research. Ha participado en congresos internacionales de teología feminista y de ecumenismo en Zimbabwe, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Italia, Argentina, Portugal, Suiza y Austria. Recientemente ha publicado Queremos el pan y las rosas. Emancipación de las mujeres y cristianismo de Ediciones HOAC.
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2 Comentarios

  1. Bravo Lucía, una entrada excelente. Estoy muy de acuerdo con todo el artículo especialmente con el último párrafo. Compartir el dolor, la tristeza y el sufrimiento nos ayuda tambien a estar atentos a los demás y mirar la realidad con ojos de compasión y misericordia.

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