Jaume Flaquer. El martes día 3 de noviembre llegaba por mar a Manhattan un “recuerdo” de lo que fueron las dos torres gemelas. Ese recuerdo era ¡un barco de guerra! Con el acero de las torres se ha construido un buque que “servirá para llevar tropas a lugares de combate”. Yo leo la noticia en el diario con gran estupor. Parece que la recepción del nuevo barco se hizo en una “emotiva ceremonia” en presencia de los familiares de las víctimas. Se dice que “la memoria de los atentados vivirá para siempre en esta embarcación que ha costado 1.200 millones de dólares y lleva inscritas las palabras “nunca olvidaremos”.

La utopía bíblica de “de las espadas se forjarán arados”, queda en este barco invertida como tantas veces en nuestra historia: de las torres gemelas se forjan espadas para la guerra.

Parece que los seres humanos no aprenderemos nunca. Inscribimos la memoria de nuestros muertos en un barco que producirá muertes. Dos torres que podrían haber servido para un “nunca más a la guerra” son recordadas en un barco de guerra. Esas palabras inscritas entre cañones “nunca olvidaremos”, quedan así transformadas en un “nunca perdonaremos”. Pobre América.

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