¿I ara on anem?

Un seguici de dones vestides de negre es dirigeixen a l'cementiri, sota un sol de justícia, estrenyent contra el seu cos fotos dels seus marits, pares o fills. Totes comparteixen el mateix dolor, conseqüència d'una guerra funesta i inútil. A l'arribar a l'entrada de l'cementiri, el seguici es divideix en dos grups: un musulmà i un altre cristià. En un país destrossat per la guerra, aquestes dones mostren la indestructible determinació de protegir les seves famílies de tota mena d'amenaça exterior. Amb enginy, inventant estratagemes esperpèntiques, intentaran distreure l'atenció dels homes perquè oblidin el rancor. (FILMAFFINITY)

Director: Nadine Labaki

Data: 2011

Més informació

En esta primera reseña cinematográfica de este curso 2013-14, me acercaré a la película ¿Y ahora adónde vamos? (Et maintenant on va oú?) de Nadine Labaki (directora también de la aclamada y galardonada Caramel), un film ganador del Premio del Público a la Mejor Película en el Festival de Toronto, el Premio del Público a Mejor Película Europea en San Sebastián y triunfadora en el Festival Mujeres en Dirección.

Y si en Caramel, la directora enfocaba la mirada en las relaciones de complicidad entre varias mujeres en un salón de belleza de Beirut y ponía el acento en cuestiones como la homosexualidad, el amor, el matrimonio, la maternidad o las tareas de cuidado, esta vez Labaki repite éxito visibilizando el protagonismo de las mujeres en la construcción de la paz y centrándose en la sororidad puesta en marcha entre ellas más allá de todo prejuicio u odio.

El relato de Nadine Labaki, protagonizado por Claude Baz, Moussawbaa, Layla Hakim y la propia directora, es una apuesta por la no violencia y por la paz positiva y constructiva. Esta historia enmarcada (aunque no se especifica) a caballo entre el contexto posbélico de la Guerra Civil Libanesa que se desarrolló entre los años 1975 y 1990 y el conflicto existente aún hoy en día entre Hezbolá y el ejército israelí, se desarrolla en un pueblo aislado de montaña donde las mujeres que lo habitan (musulmanas y cristianas) deciden tomar las riendas para conseguir por todos los medios que el conflicto no vuelva a estallar.

A priori podríamos pensar que una película que aborda el conflicto interreligioso en el Líbano, lo va a hacer desde una perspectiva trágica, pero nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que Labaki no edulcora el drama de la muerte, también lo es que pone el acento en los aspectos más disparatados y divertidos que provoca la convivencia incluso en los momentos más difíciles de nuestras vidas. Porque la vida y la supervivencia al dolor son así de paradójicos y contrastantes. Porque el llanto y la risa son dos caras de la misma moneda incluso en las situaciones más extremas, y ambos nos empujan a seguir adelante. ¿Y ahora adónde vamos? no es, por tanto, un melodrama, pero sí mantiene a flor de piel las emociones a lo largo de toda la película.

El origen de la película lo explica a la perfección su propia autora:

“Para esta película no me he inspirado en ninguna historia real, su origen es muy personal. El día 7 de mayo de 2008 supe que estaba esperando un hijo. Ese mismo día, Beirut, una vez más, retomaba el rostro de la guerra: carreteras bloqueadas, aeropuerto cerrado, incendios… Había violencia por todas partes. En esos momentos yo estaba trabajando con Jihad Hojeily, mi coguionista y amigo, y estábamos reflexionando acerca de mi siguiente película. En la ciudad, mientras, había una auténtica guerra callejera: gente que desde hacía años vivía en el mismo inmueble, que había crecido junta, que iba al mismo colegio, se enfrentaba de la mañana a la noche porque no pertenecía a la misma comunidad.

Y entonces me dije: Si yo tuviera un hijo, ¿qué haría yo para impedirle que empuñara un fusil y bajara a la calle? ¿Hasta dónde llegaría para que mi hijo no viera lo que pasa fuera y pensara que debe defender su inmueble, su familia o sus ideas? La película surgió de ahí”.

No hay duda de que el film es el resultado de un proyecto muy personal en el que, a través de bailes y canciones surgidos de la nada, la directora crea un ambiente de cuento que interpela y plantea más dudas que soluciones. Se trata, pues, de una fábula sin moraleja final ni conclusiones y, por tanto, el sabor que nos deja en los labios no es el del happy end, sino el de los miles de cuestionamientos que nos podemos hacer sobre los conflictos que nos rodean (desde el más nimio al más complejo, desde lo local a lo global…). Porque ¿Y ahora adónde vamos? no habla solamente del Líbano y su idiosincrasia sino que alcanza a cualquier manifestación de odio e intolerancia que mina nuestra convivencia.

De la pantalla a la realidad

La película está rodada en tres pueblos distintos: Taybeh, Douma y Mechmech. El primero, situado en el valle de la Bekaa, es en realidad un pueblo cristiano y musulmán en el que, del mismo modo que en el film, la mezquita está junto a la iglesia. Pero ese no es el único paralelismo entre la realidad y la ficción…

El film da comienzo con unas mujeres vestidas de negro que caminan hacia el cementerio cargando con su dolor, apretando las fotografías de sus difuntos contra el pecho, unas con hiyab, otras con una cruz colgada del cuello… Y todas ellas unidas por un mismo objetivo: que la guerra no vuelva cueste lo que cueste.

Y al verlas caminando, vestidas de riguroso luto, es imposible no pensar en el luto simbólico utilizado por el movimiento internacional de mujeres pacifistas y feministas Mujeres de Negro que desde 1988 llevan a cabo acciones de protesta y resistencia contra los conflictos bélicos en diferentes países del mundo. Es imposible no pensar en ellas y en sus intervenciones no violentas, alzando la voz en Tel Aviv, en Belgrado, en Madrid, en Sevilla, en Bogotá, en Grozni, en Londres, en Mindanao y en otros muchos rincones del planeta donde se gestan o se padecen las guerras.

También remite la película de Labaki al proyecto Linaltaki (palabra que significa “encontrémonos”) que reúne a mujeres musulmanas y cristianas del Líbano y que fomenta el diálogo interreligioso y la superación de toda barrera cultural y desde donde se debate con preocupación sobre el mantenimiento de la paz, el perdón y el impacto que la guerra tuvo en sus vidas durante muchos años…

En pie de paz

Cándida Martínez López en su artículo “Las mujeres y la paz en la historia” recoge lo siguiente:

“La paz ha sido representada a lo largo de nuestra historia occidental como mujer. La paz nació con cuerpo y atributos femeninos en la antigua Grecia, encarnada en la diosa Eirene, y su figura, relacionada siempre con la prosperidad y el bienestar, ha perdurado bajo formas y abstracciones diversas a lo largo de los siglos. La imagen de la paz y los atributos con los que se ha adornado han formado parte de un complejo mundo simbólico que pone de relieve como las distintas sociedades históricas también han pensado la paz desde la construcción particular de las relaciones de género”.

Es cierto que no se puede asimilar mujer y pacifismo como un binomio esencial e indisoluble simplemente porque así aparezca en el imaginario colectivo, pero la historia nos ha llevado a hacernos la misma pregunta que se hace Carmen Magallón en varios de sus artículos y trabajos: ¿Pueden las mujeres contribuir, de manera específica, a la construcción de la paz?

Y la experiencia y los ejemplos nos dicen una vez más que sí, que pueden y lo hacen desde hace siglos porque son precisamente ellas las principales víctimas de los conflictos y del incumplimiento de las resoluciones internacionales. Y por ello promueven la construcción de lazos de confianza, la interculturalidad, el respeto a la diferencia, el diálogo, la solución pacífica de los conflictos, la gestión de crisis y su propio empoderamiento para convertirse en agentes clave en los procesos de paz, en la prevención ante la guerra y en la reconstrucción posbélica.

Decía la diplomática y defensora de los derechos sociales, Eleanor Roosevelt, que “no basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella y trabajar para conseguirla”. Y no es un trabajo fácil ciertamente, pero sí imprescindible.

El camino hacia la paz es arduo y muchas veces peligroso –sobre todo teniendo en cuenta los intereses económicos y geopolíticos que a menudo propician los conflictos armados–. Es un camino difícil que requiere preguntarse una y otra vez “¿Y ahora adónde vamos?” sin obtener muchas veces la respuesta que buscamos…

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Groc esperança
Anuari 2023

Després de la molt bona rebuda de l'any anterior, torna l'anuari de Cristianisme i Justícia.

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Investigadora, docent i crítica audiovisual. Doctora en Comunicació Audiovisual i Publicitat. Responsable de l'Àrea Social i editora del blog de Cristianisme i Justícia. Està especialitzada en educomunicació, periodisme de pau i estudis feministes i és membre de diverses organitzacions i associacions defensores de Drets Humans vinculades al feminisme, els mitjans de comunicació i la cultura de pau. En (de)construcció permanent. Mare.
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