VeusMarta Arias. [3500 millones] Dicen que las comparaciones son odiosas, pero no podemos negar que en ocasiones resultan de gran utilidad. Sobre todo, si nos sirven para desmontar algunos mitos. El de la pobreza infantil como consecuencia inevitable del destino (o de la pobreza de un país) es uno de ellos.

UNICEF acaba de presentar a nivel internacional el informe Bienestar Infantil en los países ricos que clasifica el desempeño de las 29 economías más avanzadas del planeta de acuerdo con cinco dimensiones de la vida de los niños. Recomiendo muy encarecidamente su lectura porque algunas conclusiones no tienen desperdicio, y darían para varios posts. Pero vamos a centrarnos en el tema del denominado bienestar material, que es una prioridad para UNICEF España desde hace algunos años.

¿Qué nos dice el informe?

– En primer lugar, algo que ya sabíamos: España se sitúa entre los países que presentan unos niveles más altos de pobreza infantil. En concreto, es el país nº 26 de un total de 29, sólo por delante de Letonia, Estados Unidos y Rumanía.

– Segundo: es el país que presenta una mayor “brecha de pobreza infantil”. Esto quiere decir que es el país donde los niños pobres están más lejos del umbral de la pobreza. O lo que es lo mismo, donde tenemos un mayor nivel de desigualdad.

– Tercero: no podemos achacar esta situación solamente a la crisis. De hecho, los datos del informe son relativamente antiguos (en su mayoría corresponden al año 2010), puesto que no es posible hacer una comparativa de tantos países con datos más recientes. Los últimos indicadores de los que disponemos en España son de 2011 y nos indican que las cifras empeoran con rapidez.

– De hecho, según el informe ni siquiera parece haber una relación muy directa entre la riqueza de un país y su bienestar infantil. Países como Eslovenia o la República Checa están mejor clasificados que Austria o Canadá, siendo el caso más paradigmático el de Estados Unidos, que sólo es superado por Rumanía en lo que a pobreza infantil se refiere.

La conclusión principal del estudio por tanto es que la pobreza infantil no es inevitable, sino que tiene que ver con las políticas públicas. Pero hay una segunda conclusión no menos importante: las consecuencias de no proteger el bienestar de los niños las pagan obviamente ellos en primera instancia. Ser pobre en esta etapa crítica de la vida pone en riesgo sus derechos, su desarrollo y sus expectativas en la vida. Pero las implicaciones van mucho más allá de ellos mismos y su entorno. La pobreza infantil tiene también un alto coste económico a nivel macro, compromete los niveles de cualificación y productividad de la fuerza laboral a medio y largo plazo, los sistemas de pensiones o la capacidad económica y productiva de un país. Hace unos días oía hablar de la necesidad de reformar nuestro sistema de pensiones, cuya sostenibilidad algunos empiezan a poner en duda. Pues bien, no parece que descuidar el bienestar de la infancia y desatender su formación (España también se encuentra a la cola con respecto al ámbito educativo, ocupando el puesto 26 de los 29 países analizados) sea el camino más indicado para abordar este problema de carácter estratégico.

Pero mírenlo por este lado: si no se trata sólo (ni fundamentalmente) de recursos, ¿qué nos impide actuar? Entren aquí por favor y pongan manos a la obra si creen que ha llegado el momento de pasar a la acción.

Imagen extraída de: Herencia.net

¿TE GUSTA LO QUE HAS LEÍDO?
Para continuar haciendo posible nuestra labor de reflexión, necesitamos tu apoyo.
Con tan solo 1,5 € al mes haces posible este espacio.

Amarillo esperanza
Anuario 2023

Después de la muy buena acogida del año anterior, vuelve el anuario de Cristianisme i Justícia.

Artículo anteriorDespertar del sueño papal
Artículo siguienteLa Plataforma de entidades cristianas con los inmigrantes presenta en Barcelona el informe «Atrapados tras las rejas» sobre la situación en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE)

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingresa tu comentario!
Please enter your name here