Laura Mor/Glòria Barrete. [Catalunya Religió] Podría parecer un no-lugar existencial, un espacio colectivo vacío. En el campo de refugiados de Kakuma, en el noroeste de Kenya, 150.000 personas viven con la incertidumbre de cuándo volverán a sus respectivos países de origen. Esto es «lo más difícil de gestionar, personalmente y espiritualmente» según el jesuita Pau Vidal, que en este vídeo describe luces y sombras del tiempo de exilio.

Pero, a pesar de las situaciones dramáticas y la dureza de las experiencias que los refugiados llevan en la mochila, a pesar de la precariedad en las condiciones de vida en el campo, a pesar de la desesperanza imperante, los refugiados son capaces de «vivir con sentido». Aquí, en las personas, es donde este joven jesuita encuentra «el alimento espiritual para continuar».

Desde hace un año y medio, Vidal se dedica a acompañar comunidades cristianas y a promover el diálogo interreligioso entre musulmanes y cristianos. La pastoral, junto con los dos ejes vertebradores del JRS –la educación y los servicios sociales– es una manera de hacer camino juntos: «No se trata de llevar esperanza desde fuera, sino reconocer juntos que hay pequeñas lucecitas».

Sólo en Kenya en estos momentos hay 800.000 refugiados. Junto con Tanzania y Sur-África son los grandes países de acogida de los desplazados que huyen del conflicto del Sur-Sudán. Por eso, Pau Vidal critica la miopía y la «psicosis» de Europa, que levanta vallas en Ceuta y Melilla ante el sufrimiento de tanta gente; y aplaude la actitud del papa Francisco en visitar la isla de Lampedusa, después de los hechos dramáticos del pasado mes de julio.

Si quieren conocer con mayor detalle la experiencia de Pau Vidal con el SJR pueden leer su blog personal. El SJR es una organización internacional de la Compañía de Jesús que se dedica a atender refugiados y desplazados y que actúa en unos cuarenta países.

La educación, hacer fructífero el tiempo de exilio

A diferencia de otras organizaciones internacionales, que actúan en el mismo campo de refugiados garantizando los mínimos servicios, el SJR hace hincapié en la educación para que el tiempo de exilio –que a veces se alarga más de veinte años– sea provechoso. Este otro vídeo institucional describe con detalle la repercusión de un programa de educación superior en el marco del campo de refugiados de Kakuma.

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