Cristianisme i Justícia. [#2013aexamenA lo largo de este último año ha brotado un clamor de voces diversas que alertan sobre  la necesidad de una profunda regeneración política en todo el estado español, donde los valores más elementales parecen haberse evaporado de la práctica pública, aunque se los esgrima en teoría, sobre todo para atacar al otro. Según un reciente informe de Transparencia Internacional, España es el segundo país del mundo en el que más ha aumentado la percepción de corrupción.

Lo que el sociólogo Zygmunt Bauman calificó como “modernidad líquida” parece haber acabado con “todo aquello que era sólido”. De este modo, las fronteras entre lo inmoral y lo moral, entre los valores y los antivalores, han perdido la solidez que necesitan (y que no es incompatible con algunas zonas de incertidumbre), pasando a ser totalmente “líquidas” y moviéndose fácilmente en la dirección en que soplen los vientos. Sobre todo, el viento de la codicia.

Allá donde el valor supremo es el dinero, nunca podrá haber transparencia, y la sociedad se llenará de armas que constituyen una amenaza solo por el hecho de existir. Por eso, sin una verdadera regeneración económica no podrá llegar tampoco la anhelada regeneración política y lo que algunos han llamado “nuevo contrato social.

Para ello creemos necesario escuchar las voces y propuestas que surgen por doquier: una economía más productiva y menos especulativa; una profunda reforma fiscal que exija más a quienes más tienen, evitando los impuestos indirectos que gravan por igual a ricos y pobres; una persecución sin tregua de todo el fraude fiscal que nos esquilma; un salario mínimo justo y digno y una limitación de los ingresos más altos; una nueva moral bancaria que limite los intereses y los cobros de comisiones abusivos; una orientación hacia la “soberanía alimentaria” que evite estar en manos de decisiones o sucesos producidos a miles de kilómetros de distancia…

Creemos que la situación exige una reconsideración de los límites del derecho de propiedad y una primacía del trabajo sobre el capital a la hora de normalizar la actividad económica (dos puntos cada vez más claros en la enseñanza social de la Iglesia). Sin estas alforjas no cabe emprender ningún viaje hacia la regeneración política.

[Extracto del documento «A nosotros nos toca elegir – Reflexión de fin de año de CJ» – comparte y sigue el debate en las redes en #2013aexamen]

Imagen extraída de: David Hammerstein

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