José María Segura. Iba dando un paseo por la ciudad (vivo en Zaragoza) y veo una escena que según cuentan las redes sociales es cada vez  más frecuente en cualquier ciudad de España: un grupo de personas se abalanza sobre los contenedores de basura que acaba de sacar un supermercado. Buscan alimentos en buen estado. Les veo sacar de los contenedores todo tipo de productos y les pregunto si están bien. Me dicen, sin dejar de buscar en los contenedores, que los supermercados tiran a diario productos con pequeños defectos o golpes en los envases o de fecha de caducidad próxima. Después veo que se los llevan en carros.

Este encontronazo con la realidad, me ha hecho abrir los ojos al tema del despilfarro de alimentos. En Europa cada ciudadano tira un promedio elevado de kilogramos de alimentos en buen estado. Según los datos recogidos por Tristram Stuart, autor del libro Despilfarro (“Waste”), con la comida que se desaprovecha en EE.UU. y Europa se podría alimentar hasta cuatro veces a esos 870 millones de personas que pasan hambre. Los países desarrollados desechamos cada año 222 millones de toneladas de alimentos, el equivalente a la producción del África Subsahariana. Y, sólo en Europa, cada ciudadano es responsable de tirar anualmente entre 95 y 115 kilos de comida apta para el consumo. En total, se tira casi un tercio de lo que se produce, con el consiguiente desgaste de las tierras y con especial perjuicio para los países del Sur. Este es nuestro pecado mortal como sociedad, el mismo que el del rico Epulón, no que él sea rico, sino que no es capaz de atender a su hermano hambriento muriendo de hambre junto a él.

En este momento de crisis en España en que hay familias pasando graves necesidades y en que las instituciones atendiendo los comedores sociales están desbordadas por las demandas de ayudas, deberíamos atrevernos como sociedad a exigir a nuestros gobernantes que modifiquen las leyes de alimentos. No se trata solo de que los supermercados no tiren a la basura los productos que no venden, sino que las imposiciones de los supermercados no dejen en los campos sin recoger toneladas de alimentos mientras el mundo pasa hambre. Este es nuestro pecado como sociedad: tiramos un tercio de lo que producimos mientras el mundo está hambriento.

Ante este escenario de despilfarro de alimentos, en algunas ciudades como Londres, París y recientemente Zaragoza, colectivos de ONGs están organizando “feeding”, comidas multitudinarias elaboradas con alimentos desechados. Estos “feeding” son una llamada a la conversión de nuestro modelo productivo y de consumo, y una demostración de que hay alternativas al despilfarro.

Toda la información sobre el Feedingzgz aquí: https://www.facebook.com/feedingzgz  (Entreculturas Zaragoza).

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Amarillo esperanza
Anuario 2023

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Tengo varios años de experiencia trabajando con jóvenes y como profesor de Secundaria y Bachillerato. También me he dedicado a la gestión de ONG como sacerdote jesuita. Activista por la justicia social, actualmente trabajo como director general en Fundación ECCA.
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2 Comentarios

  1. Me alegra la iniciativa y deseo que se multiplique… y como primer paso no caer en el derroche en nuestras casas

  2. Estoy muy sensibilizado con el derroche alimentario y creo que el feeding muestra claramente la barbaridad tirar lo que es perfectamente aprovechable. Creo no obstante que nos falta conocimiento a muchos, mas de los que se cree, sobre comprar comida, tanto en calidades como en cantidades, tiempo de aprovisionamiento en nevera y fuera, etc. La bendita incorporación de la mujer al trabajo tiene como consecuencia que ya no hay en muchos hogares, ni ama , ni amo de casa y menor experiencia-tiempo para aprender equivocándose. Consecuencia, si hay dinero, compra masiva y si no lo hay, a veces, compra equivocada. Enséñennos a comprar y alimentarnos desde la escuela y el derroche familiar se reducirá mucho. Miguel Angel Moll

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